martes, 26 de enero de 2010

Para todo lo demás...

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Una tarjeta de crédito, siempre está ahí, a mano. En cuanto la necesitas, haces uso de ella, te da seguridad ante las ofertas que te puedan sorprender a lo largo de la vida, no sabes vivir sin ella. Recuerdas el día de camino al banco, como el más feliz de tu vida, aquel compromiso que firmaste por ella; llena de ilusión, de futuro, de posibilidades y de dinero, claramente.

Ahora, con el tiempo, a veces se queda bloqueada por el cajero, debe ser que está demasiado usada, y lo peor de todo, es que ya no soportas, que cuando vas a comprar algo, no dispongas de crédito, y ya no es la primera vez que te ocurre.




Se acabó, no aguantas más, vas a tener que hacer lo que debías haber hecho hace tiempo, sí, estás decidida, ¡solo se vive una vez!.
Te armas de valor y te dispones a sacar dinero de aquella cuenta de ING. Si, esa cuenta que tenías ahí, por si las "moscas". Sabías que estaba ahí, que era una posibilidad remota, porque nunca creerías que necesitarías tirar de ella, pero ese día ha llegado, tu tarjeta de crédito no da más de sí.

Y lo malo de depender de esa cuenta, es que no dispone de oficina, si quieres un trato humano, todo será muy frío, que sí, que te da rentabilidad, y demás, pero joder, ... no es lo mismo, no te encuentras nada bien teniendo que hacer uso de ella, solo era una remota posibilidad, prometiste que no la usarías... Dios mío.
Pero ya sabías..., que al final esto tendría que ocurrir, y decides comentárselo a tu otra tarjeta de crédito, por que tu conciencia no te da ningún crédito más.

Intérpretes:
Protagonista: La mujer y sus "cuentas corrientes"
Tarjeta de Crédito: El marido de la mujer.
ING: El amante.

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