el control de las horas, maneja las manecillas a su voluntad de todos los relojes.
Cuando yo consuma el mio, el permanecerá como siempre, es el único que
es infinito, imperturbable, perfecto, exacto, y nosotros solo víctimas
de su paso.
El tiempo no es más que el dios que estabamos buscando, por eso
no lo vemos, está en todas partes y nos concede una parte del suyo para
que disfrutemos de él, hasta que él mismo dice basta.
Somos relojes de cuerda, pero sin poder darle más tiempo, cuando se nos acaba el tiempo, el tiempo sigue con cuerda.
Cojamos esa cuerda, y usémosla para acabar con la cordura, que ya no quiero estar cuerdo.
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